"La exposición. Un medio de comunicación" Ángela García Blanco (reseña)
Actualizado: 18 may 2020
Ángela García Blanco, La exposición. Un medio de comunicación, España, Editorial Akal (Colección Arte y estética), 2009. ISBN: 978-84-460-1039-5.

R E S E Ñ A
El nuevo milenio es el escenario que suscita múltiples replanteamientos sobre temas diversos en las ciencias sociales y las humanidades en general. Al respecto, un tópico que de nueva cuenta ha figurado en dichas áreas, es el museo. Y por éste, nos referimos a toda una serie de ámbitos relacionados con dicho término, como son la museología, la curaduría, la museografía, el coleccionismo, la conservación, la restauración, entre algunos otros. Nociones que desde finales del siglo XIX a la fecha, se han ido posicionando en el ámbito de la cultura, de la historia y en el patrimonio –tangible e intangible–, o incluso, como podemos observar en el presente, también se vincula con disciplinas como la comunicación o la pedagogía. En ese tenor, el asunto de la “exposición” va cobrar particular importancia en la cultura contemporánea, pero, ¿qué aspectos se relacionan o están implicados en una exposición?, ¿cuál es su importancia?, esas son algunas de las interrogantes que guían la obra “La exposición. Un medio de comunicación” de Ángela García Blanco, editada en el año 2009. La obra está destinada tanto al gremio académico como profesionistas de los museos, gestores culturales, curadores, así como interesados en las ciencias sociales, las arte y las humanidades en general.
Resumen expositivo
García Blanco es precisa desde el inicio, advierte simpatía por la propuesta de la nueva museología y rechaza aquellas viejas posturas que ligan al museo con la noción de “templo”, es decir, como un espacio dedicado sólo a la exhibición y conservación, a la contemplación. Bajo esa óptica, el público que atiende a esos recintos es sólo un sector específico de la sociedad: los conocedores o los expertos. Desde esa óptica, el público en general no tiene cabida. La autora disiente de ello, por el contrario va ensalzar las propuestas que hacen del museo, más que un fin, el medio para concretar propósitos diversos. Uno en particular, la democratización del conocimiento.
Es precisamente éste su aporte o contribución a los estudios culturales, de la museología e incluso, de la comunicación. Pero ¿cómo plantear la difusión del saber a partir del museo?, ella sostiene que el museo debe ser de utilidad para la sociedad, tiene como propósito comunicar, y esto se logra a través de una serie de actividades, en específico a través de la exposición, pues ésta servirá de mediación entre los objetos con los sujetos, será una vía de interacción de los discursos. Varias cosas por resaltar de la obra, de inicio hay que celebrar que se trata de un libro con un objetivo encauzado y bien desarrollado: la exposición museográfica. Es un libro dedicado al qué y cómo del mensaje expositivo. Tomando siempre en cuenta, la dinámica del mundo contemporáneo. Por otro lado, hay que señalar que precisamente la formación académica y profesional de la autora va ser un factor que aporta positivamente en el documento, pues conoce desde diferentes ángulos los pros y contras en torno a la profesionalización de los museos. García Blanco es cercana a la antropología, la historia, la geografía, así como colaboradora de distintas áreas en museos de España. Ahora bien, para dar cuenta del tema central de la obra, la autora parte de un esbozo histórico sobre el origen de los museos, llevando al lector al gabinete de curiosidades y las galerías de coleccionistas, con la intención, por un lado, de señalar las características particulares de esos contextos históricos, así como de referir las nociones y corrientes del pensamiento positivista que imperaban en esa época. Hoy, por supuesto, la realidad es otra, tanto en las corrientes de pensamiento, en la diversidad de marcos teóricos así como planteamientos metodológicos. Es así que, una vez expuesto el contexto histórico de la museología, va analizar la realidad vigente. En el primer capítulo, la interpretación científica codifica el lenguaje de los objetos, la autora señala la importancia fundamental de la investigación en cualquier exposición museográfica. En orden secuencial, es el primer paso a seguir. Se exhiben piezas u objetos, pero es primordial conocer e interpretar el significado de esos signos, ¿qué son?, ¿de dónde son?, ¿qué representan?, ¿para quiénes?, ¿quiénes lo hacen o hicieron?, información que el equipo de producción va decodificar de forma pertinente y con una metodología apropiada para los visitantes. García Blanco lo equipara con un discurso científico, por lo cual se debe de armar un marco teórico coherente que incluya conceptos estructurados y jerarquizados, datos socioculturales de la colección, así como ubicar el lenguaje de los objetos, y a partir de estos tres elementos poder generar algún tipo de saber que será interpretado a través de una exposición. Se trata de difundir el conocimiento vía el mensaje expositivo.
Aunado a todo ello, la investigación nos aporta la información correspondiente para armar un guión y generar una clasificación que incluya elementos como: materia, técnica, forma y uso de las piezas.
En el siguiente apartado, la exposición, medio de comunicación para divulgar conocimientos, señala la utilidad de la información obtenida y su uso en la exhibición y comunicación a través de las puestas museográficas. A partir de ello explica los tipos de imágenes que podemos ubicar en un museo, a saber, el museo tipo “panteón” y el de “atracción”, el primero nuevamente refiere al museo templo o iglesia, un espacio en el que no cabe interacción con las colecciones expuestas; tampoco hay diálogo pues no son objetos con una museografía interpretativa para el público en general, en la mayoría de los casos, sólo cuentan con un guión curatorial. Son lugares de contemplación y exclusivos.
Sobre el segundo tipo Ángela García señala que en el museo de “atracción” se puede caer en un exceso de sobre interpretación del equipo museográfico y una investigación curatorial escasa, y esto, por supuesto, interviene en el mensaje expositivo. En virtud de ello, es que la autora sugiere un tercer tipo de museo: “fórum”, el cual va mediar entre los dos anteriores; y que precisamente, se enfoca en la relevancia de la comunicación producto de las exposiciones, sean éstas permanentes, temporales o itinerantes. En este tipo, la exposición servirá de traducción del discurso científico que da sentido a los objetos, proponiendo al museo como un espacio del conocimiento, pero abierto al diálogo. La museografía, curaduría, así como los servicios educativos serán resultado de un trabajo en equipo, nunca por separado. Para la vieja museología y sus principales seguidores, el tipo de objetos y los discursos implícitos en ése tipo de propuestas expositivas no tienen la relevancia que sí tienen en la nueva museología. De hecho, algunos de los proyectos que han caracterizado esa corriente museológica fueron los museos creados para ciertas minorías o grupos étnicos. Se caracteriza por la participación e involucramiento de los actores sociales en diversos tipos de propuestas relacionadas con su cultura, historia o patrimonio, ya sea en museos, parques naturales u otros.
El capítulo tercero, La producción de la exposición-medio de comunicación, es un apartado centrado en el cómo de cualquier exposición. De inicio dedica algunos subapartados a la explicación del esquema clásico de comunicación: emisor, receptor, mensaje y contexto; y el papel que juega cada uno de ellos al momento de plantear una puesta museográfica, resaltando la interrelación entre los cuatro elementos con miras a lograr los objetivos planteados. Muy de la mano con su propuesta del museo fórum y del rol social comunicativo de las exposiciones. A la par va explicar los componentes en cualquier exposición, es decir: el contenido (qué se cuenta), la comunicación (para quién) y el diseño (cómo se cuenta). Ángela García sugiere que si el museo es un espacio de interacción, de comunicación y de aprendizaje, se convierte en un recurso pedagógico que apoya en el conocimiento de los visitantes. De manera que en su propuesta resalta la teoría del constructivismo, ésta como una forma dinámica y eficaz de generar conocimiento y aprendizaje. Ésta teoría pedagógica parte de la idea de crear conocimiento a partir de experiencias previas. El constructivismo propone que todas las personas ya tienen un conocimiento que se va incrementar a partir de las herramientas adecuadas de aprendizaje.
Por último, en La evaluación de la exposición, la autora lo dedica al público de las exposiciones o, en los términos como lo sugiere en el segundo capítulo, a los receptores de los mensajes. En este apartado incluye elementos como la investigación y estudios del público, es decir, resalta la importancia de conocer la gente que acude a los museos: quiénes son, qué interés tienen, qué nivel escolar caracteriza la zona en la cual se ubican los espacios expositivos. De esa manera se podrán ofertar temas de su interés o relevancia, además de ajustar las estrategias pedagógicas implantadas por el área de servicios educativos adecuadas para el público asistente. A manera de cierre, va mencionar la evaluación de las exposiciones como otro punto a considerar al momento de plantear un proyecto museográfico; indica que es fundamental la sistematización de los resultados obtenidos para replantear nuevas exposiciones en función de los intereses de la sociedad. De lo contrario, ¿Cuál es el objetivo, o la función del Museo en la sociedad? “La exposición. Un medio de comunicación” de Ángela García Blanco, ocupará un lugar importante en la bibliografía sobre museos y museografía. Como sabemos, ya se ha escrito sobre diseño museográfico o bien, de la historia de la museología, pero escasamente del contenido expositivo: en el qué y cómo del mensaje expositivo. Es un documento accesible y didáctico que cumple con los propósitos planteados desde el inicio de la obra; que reúne distintas disciplinas y metodologías en torno a las propuestas museográficas. Algo que, desde mi perspectiva, es fundamental para la realidad en la que como sociedad, estamos inmersos.